martes, 1 de noviembre de 2011

Modernidad Líquida y Generación Y


Para una mayor comprensión del fenómeno que hoy día se da a llamar Generación Y, vamos a relacionar el texto “Políticas para dirigir a los nuevos profesionales, motivaciones y valores de la Generación Y” -de Pilar García Lombardía, Guido Stein y José Ramón Pin- con otro texto que ya hemos trabajado en el blog que es el Capítulo 4 acerca del trabajo de “Modernidad Líquida” -de Zygmunt Bauman-.
Cada integrante de una generación comparte una historia en común, un conjunto de vivencias y experiencias formativas con sus contemporáneos, lo cual genera un marco de visión de la vida y un conjunto de valores comunes, que lo diferencian de las generaciones que lo precedieron. Trasladando estas diferencias entre las generaciones al ámbito laboral, vemos que las motivaciones, las aspiraciones de cada una de ellas, así como también el contrato psicológico que establecen con su empleador son disímiles.
Ahora bien, ¿Cuáles son las características de las Generación Y? Para responder a esta pregunta en principio hay que especificar el contexto sociopolítico y cultural en el que han crecido. Esta es una generación que ha vivido la caída de los Estados como fundamento epistemológico que otorgaba sentido a las vidas de las personas y en su reemplazo ha tomado lugar el mercado, pero éste no funciona sino desarticulando esa idea de destino que guiaba la vida de las personas; en consecuencia aquel orden y control racional que existió durante la época de los Estados fue reemplazado hoy en día por un estado permanente de azar, incertidumbre y contingencia.
En este contexto de control individual endeble o nulo para controlar el presente y planear el futuro, donde el saber envejece con rapidez y no asegura la obtención de un empleo o que el mismo sea duradero, es comprensible que los integrantes de la Generación Y no tengan una expectativa de futuro y mentalidad a largo plazo -como sus antecesores- sino que planifiquen estrategias a corto plazo, enfocándose en el “ya” y el “ahora”; en otras palabras, poniendo el énfasis en los resultados y no en los procesos. Por ende, la importancia del ideal de hacer carrera en el trabajo que predominaba en otra época, se abandona para vivir una vida fragmentada en episodios; es decir, el trabajo se realiza por objetivos claros, a corto plazo y debe permitir conciliar la vida profesional con la vida personal. El trabajo deja de tener un sentido ético, ya no es visto como una fuente de desarrollo personal sino que cobra una significación estética, se lo mide por su diversión y por la gratificación instantánea que les puede generar. Resulta fundamental en este punto que se respete su estilo de vida y de trabajo.
Otras de las características de la Generación Y es su relación con las nuevas tecnologías de la información y su capacidad de interacción con ellas, de la uniformidad de mensajes que recibían las generaciones anteriores se pasa a un estado donde la información se caracteriza principalmente por su diversidad y su inmediatez. Esto genera que las personas desarrollen una mayor creatividad, versatilidad y dinamismo al momento de resolver problemas.
Por último, nos gustaría mencionar algo en relación a los vínculos que desarrollan los integrantes de la Generación Y. En la actualidad, el individualismo se ha llevado al extremo, cada individuo se
ve forzado a forjarse su propia vida, y es por esta razón que no tienen motivos para desarrollar un vínculo o compromiso duradero ya sea con sus tareas o con sus compañeros de trabajo.

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